—Mediolanum era, además, un banco joven en aquel momento
—Nace en el año 1982 como una red de asesores financieros y no se convierte en banco hasta el año 1997. La idea de Ennio Doris era crear un banco sin oficinas pero con red comercial con gente muy preparada. Tenía que cubrir servicios bancarios tradicionales, con los de inversión y de los seguros. Cuando Mediolanum aterriza en España, hicimos una encuesta sobre el nombre y la respuesta principal fue que la gente lo asociaba más a un parque de atracciones que con un banco.
—¿Cuáles han sido las grandes apuestas de Mediolanum?
—Fuimos los primeros en crear fondos de inversión. Pensando siempre en el ahorro y la posición de las familias y el ahorro a largo plazo. Ellos (Mediolanum) eran mucho más grandes y tenían muchos más medios, eran mucho más tecnológicos. El secreto de ese banco es que tienen high touch high tech, siempre están a la vanguardia de la tecnología.
En cualquier caso, el valor de un banco es la capacidad de la gente a mantener fiel al cliente. Antes un banco valía por su número de oficinas, el personal, los metros cuadrados que había… Todo eso era un activo, pero ahora es un pasivo porque hay que cerrar oficinas y despedir al personal. Lo que vale en realidad en un banco es lo que vale el equipo. Mediolanum ya nació con esta mentalidad y esto le ha ido muy bien. Es el único banco que cotiza por encima de libros en la bolsa de Europa, todos los demás cotizan por debajo de libros.
—¿Cómo se prepara un banco como Mediolanum para entrar en este túnel cuya salida no está clara sin que la salida esté clara? ¿Qué herramientas tenéis para la nueva realidad?
—Hay que decirle al cliente que ponga las luces largas. Es verdad, este año y el que viene lo pasaremos mal, pero el mundo no ha parado de crecer desde el último siglo. Siempre se crece, se mejora y se inventan cosas nuevas, nueva tecnología, no es el fin del mundo y es seguro que no dejaremos de crecer. Habrá que reconvertirse, hay una insatisfacción muy clara del cliente con la baja tradicional.
