Cuando parece que el mundo se va a hundir y la mayoría de los inversores venden sus acciones (porque tienen miedo) lo más probable es que el mundo no se hunda y los inversores que compren en esos momentos obtengan buenas rentabilidades a largo plazo.
Todo lo anterior es válido para un inversor de largo plazo. Aquellos que operen a corto plazo, sin embargo, deben unirse a la masa (ser miedoso cuando los demás son miedosos y codicioso cuando los demás son codiciosos) pero teniendo la habilidad de “saltar del barco” antes de que el estado de ánimo de los inversores cambie y les deje atrapados en pérdidas.