Uno de los aspectos más relevantes del trabajo cotidiano de un asesor es precisamente estar junto a sus clientes a lo largo del ciclo financiero de su vida. Se trata de satisfacer cualquier expectativa o inquietud que puedan tener: una respuesta a una consulta sobre la deuda pública, una visión profesional sobre la situación de los mercados financieros o una propuesta de ahorro para la jubilación.
Tres cosas que le puedes pedir:
¿Qué pasa con la economía mundial y cómo me afecta?
¿Qué hago cuando los mercados bajen?
¿Cuándo puedo llamarle?

Tres cosas que nunca le puedes pedir:
Que haga previsiones.
Que te prometa rentabilidades.
Que te ofrezca productos ‘milagro’.
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